sábado, 26 de abril de 2014

La soledad y la vejez Gay


Calvin Klein y su novio.

En la escena gay, la soledad es estar rodeado de príncipes pero ninguno sirve, y la vejez es esforzarse por mantenerse joven para pescar compañía. Pero aquí no solo tienes que ser bonito, sino lucir costoso, porque nadie voltea a verte si no llevas media boutique encima. Apenas tienes veintitantos y la competencia ya está reñida. Si no tienes un cuerpo ardiente y un Lamborghini, ya estás viejo y solo.

Hoy reconocerás que tus peores temores ya llegaron.

Realmente, no se requiere estar a solas para sufrir la soledad. Puedes estar en un club repleto de divaplásticas y aún así sentir que a nadie le importas, que si te da un paro respiratorio en medio de la pista, la rumba no va a parar. Soledad es esa urgencia por meterte al chat y buscar “plan”.

Eso sin mencionar que tienes amigos hasta que se te agote el sueldo. Desgracia que a muchos no les preocupará por las deudas, sino por los bacanales que se perderán.

¿Qué será de ellos en diez años cuando la pensión no les alcance para satisfacer los caprichos de alguna culisanguijuela?

Ellos aún no se preocupan por eso, dicen estar muy jóvenes para pagar por compañía. Pero ya están gastando una fortuna en verse apetecibles y seguir en el mercado. Desde los 19 se preocupan por el gimnasio y las cremas faciales.

Irónicamente, cuando llegan a los 25, ya no tienen ni vigor ni frescura. Pues hace rato perdieron las ganas de luchar contra tanta promiscuidad y esos jopos ya están bastante trajinados.

¿A eso le llaman juventud?

Ya están llegando nuevos modelos al mercado. Los pollitos nacidos en la década pasada están saliendo del cascarón. ¿Te imaginas cómo resultaran? Recuerda que tuvieron como ejemplo a la generación de los noventa. Seguramente pillarás a tu sobrino encuero, columpiándose en una bola de demolición y practicando mamadas con un mazo. ¡Gracias, Hannah Montana!

A los brincones actuales, les deseo mucha suerte cuando lleguen a la crisis de los 30, buscando un poco de calor humano en las neopajaritas mutantes. Se harán un blanqueamiento dental, dos liposucciones y tres rinoplastias, comprarán carro nuevo pero no les alcanzará para el penthouse, porque salir con jovencitos resulta muy costoso.

He aquí el problema: el gay promedio nunca mira abajo. Siempre quiere a alguien más exitoso, más guapo e incluso más joven. Así está destinado a seguir solo, porque busca a un novio trofeo y no a un complemento.

Para nosotros, la soledad no llega con la vejez. Pues hemos estado solos desde que empezamos este cuento. Mas teníamos la esperanza que todo mejorara. Hemos visto a muchas madres que criaron a sus hijos solas, porque el marido las dejó por una más joven, y a muchos les aterra que eso les llegue a pasar. Especialmente, porque ni siquiera han armado una familia. ¿Quién va a cuidar de ellos?

Cuando quieran pensar en esto, ya tendrán 40. Seguramente sus padres estarán muy enfermitos y pronto se irán al cielo. Si son buenos hijos, les tocará pasar esa década ocupándose de ellos. Porque son los hijos solteros y sin niños. Esos que según sus hermanos no tienen más nada que hacer sino putear y drogarse.

Estos daddys intentarán tener una relación seria con algún mocoso berrinchudo, que exige absoluta atención porque le faltó amor paternal, y ahora compensa ese vacío con un plátano maduro en el ojete.

No obstante, los mayores están cansados de esos chupadólares que pretenden que todo se lo compren. Esos vividores no pueden armar una relación duradera: si no tienen estabilidad, cómo pueden ofrecerla. Han cambiado tres veces de carrera, viven en hotel mamá, trabajan en un Call Center y brincan todos los sábados en las discotecas.

Después, llegan a los 50 y le agarran miedo a la nostalgia. Recuerdan a aquella persona buena que menospreciaron por estar escupiendo para arriba, persiguiendo al idiota que los hizo sufrir. Se preguntan cómo sería su vida de distinta si hubiesen sabido elegir.

Entonces, se dedicarán a rehabilitar gamines. Así como Fernando en La virgen de los sicarios: un viejo amargado, que se quejaba por todo y no tenía razón para vivir. Ya ni pasivos podrán ser, porque tendrán problemas de próstata, colon irritable y demás desgracias. Y eso que ellos se criaron con comida del campo, ¿qué se espera para los que almuerzan con Doritos?

Sí, la soledad es triste y fría, pero es mejor sin una mala compañía. Si los hombres no te llenan ahora que no les pagas, muchos menos cuando no te alcance la pensión para cumplir sus pretensiones.

Es dura la realidad que les espera a los culichispitas. No van a terminar como J.Lo en I luh ya papi: regia a los 44, rodeada de hombres esculturales. Vamos a ver cuántas arrugas les salen imitándola. No podrán, pero las dejaremos intentarlo.

Finalmente, no hay nada que te envejezca más que una vida mal vivida. Así que escógela bien desde ahora, ya que si siembras relámpagos, cosecharás tempestades.